Las personas hablamos y escribimos desde el nivel de evolución moral alcanzado, en otras palabras cada pensamiento o teoría refleja y describe dicho nivel. Y esto es válido desde Gautama hasta Adam Smith, desde Cristo hasta Kant, o desde Platón hasta Habermas. Unos subieron más alto que otros, y supongo que a todos los alcanzó la muerte antes de seguir escalando (¿o será que la historia del final de Cristo es el ejemplo más claro de evolución narrado de manera tan sencilla por la biblia, en la hermosa metáfora de la resurrección?).
La vida es una escuela y a todos sin excepción nos espera la misma ruta, el mismo riel, la misma calzada. Algunos nos desviamos, otros nos entretenemos, otros preferimos quedarnos en una parada y disfrutar mientras tanto, otros –sin una razón aparente- buscamos la ruta más enrevesada, algunos perdemos la pista, otros la brújula, y otros nos extraviamos por completo.
El orden mundial actual responde a un modelo neoliberal, el cual a su vez procede del liberalismo planteado años atrás por Adam Smith. Esta ideología representa una parada en la ruta que pareciera hoy por hoy tener visos de haber formado una ciudad tan inmensa y magnánima que a muchos nos impide ver la continuación del camino. Es más, a muchos ya ni nos interesa seguir avanzando, porque esta ciudad es tan atrayente y persuasiva que olvidamos nuestro propósito y queremos quedarnos por aquí.
El orden en el que actualmente está planteada la economía mundial y sobre la que se asienta una forma de vida de transacción y competencia, es pura ilusión, y al permanecer así corremos el riesgo de contribuir con nuestra propia destrucción. El postulado más difundido de Adam Smith nos dice que el ser humano es egoísta por excelencia, por lo que las relaciones que se establecen entre personas son ulteriormente transacciones comerciales. Desde este punto de vista, nos relacionamos y movemos en el mundo principalmente estimulados por la necesidad de satisfacer los propios intereses y sin consideración alguna por las necesidades de los demás. En su libro “La Riqueza de las Naciones” refiere:
"…no es de la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino la consideración de su propio interés…"
Hoy en día encontramos numerosas instituciones en nuestro medio donde se imparten cursos de conciliación y enseñan a las personas a negociar, las relaciones son en realidad un pacto de intereses, donde las partes miden cuánto es lo que van a ganar y cuánto lo que cederán. Smith planteó su pensamiento desde su propio nivel moral el cual pareciera ser el mismo que conseguimos alcanzar muchas personas. Dicho nivel hoy en día sustenta las relaciones entre las personas: la negociación de intereses, la capacidad de “repartir el pastel”, la actitud de "cuánto gano". Pero con esta perspectiva no hay lugar para la empatía y solidaridad.
Sin embargo, si le seguimos el rastro al pensamiento de Smith podremos encontrar lo que parece ser la subida a un nuevo peldaño, el germen de una teoría totalmente nueva y distinta, y que incluso pareciera contradecir sus postulados. En su libro Teoría de los Sentimiento Morales afirma lo siguiente:
“La humanidad consiste meramente en el exquisito sentimiento hacia el prójimo, que el espectador abriga respecto del sentimiento de las personas principalmente afectadas, de tal modo que llora sus penas, resiente sus injurias y festeja sus éxitos. Los actos más humanos no exigen abnegación ni dominio sobre sí mismo, ni un gran esfuerzo del sentido de lo apropiado. Consisten simplemente en hacer lo que esa exquisita simpatía por sí sola nos incita a llevar a cabo”
Y más adelante añade:
“Jamás se es generoso sino cuando de algún modo preferimos otra persona a nosotros mismos, y sacrificamos algún grande e importante interés propio a otro igual interés de un amigo o de alguien que es nuestro superior”.
Parecieran los albores de la empatía y la solidaridad tal como los entendemos ahora, aunque son conceptos que quedaron allí y que Smith no alcanzó a desarrollar. El acto solidario en este punto del pensamiento de Smith está libre de transacción y recompensa, en el cual necesidades de agradecimiento o vanidad que podrían sustentarlo, quedan fuera. Lamentablemente no podremos saber cual hubiese sido el curso de la evolución de su pensamiento si la muerte no lo hubiera alcanzado antes. Lo que me queda claro es que todo pensamiento debe ayudarnos a mejorar como seres humanos y no buscar teórías que justifiquen la ambición desmedida o el afán de lucro.
Hermoso texto Jackie, la lectura de Smith nos muestra un pensamiento y emoción mucho más amplio que el que muestran los que afirman la posición neoliberal. Maritza
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