El país nuevamente sangra, y por la misma herida. Persisten intereses mezquinos y prepotencia, manipulación e indiferencia, diálogo de sordos y violencia, otra vez exclusión, otra vez intereses creados, y quienes más pierden son quienes están al medio, los pobladores, las diferentes etnias que piden lo justo, que se les consulte, que se los involucre en las decisiones y se les respete. Una vez más el gobierno de turno se hace de oídos sordos hacia los más pobres, una vez más el gobierno de turno se embelesa con el poder y se olvida que el Perú está más allá de sus narices, que nuestro país quiere ser atendido, necesita ser reconocido. Y esto es tan válido en la selva que ahora se encuentra ardiendo, como en el friaje tan intenso que está matando niños en el sur, y que sólo se apela a las buenas intenciones de los ciudadanos, y con eso el gobierno pretende olvidar de la responsabilidad que debe asumir.
Nuestra selva ha sido olvidada por largos años, y es ahora con la crisis global que surgen trasnacionales ávidas por nuestra madera, petróleo y demás que los saquen de la crisis. ¿Y nuestra gente qué? ¿Y por qué no se hicieron proyectos sostenibles con nuestros grandes recursos antes? ¿Por qué no se intentó actuar con inteligencia en lugar de violencia? ¿Por qué ahora se habla de los azuzadores de izquierda -que de hecho los hay- y antes se tenía a la selva ovidada, y no se hizo nada? Y es que los gobiernos no ponen los ojos en la gente, sólo los ponen en sus billeteras y sus ansias de poder.
Por otro lado, es indignante ver cómo los canales de televisión trasmiten la noticia de manera sesgada, entre otras cosas sólo hablan de los policías muertos, y no de los nativos muertos, como si estos no existieran para ellos. Al igual que nuestros compatriotas en la selva, tampoco estoy de acuerdo con esos decretos que vulnera sus derechos y los de nuestra Amazonía. Y creo además que los responsables de ambos grupos deben de pagar por lo que han hecho, y con el mismo rigor tanto los asesinos de policías, como los asesinos de civiles. Y de nuestro lado, desde la comodidad de nuestro hogar quienes estamos lejos del conflicto, nos toca despertar, salir del letargo, alzar nuestras voces, no nos dejemos engañar, no permanezcamos indiferentes.
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